lunes, 16 de marzo de 2015

Pasantía Laboral

Siguiendo con Relatos de Viajes, narro un viaje que me tocó hacer hace varioooss años. (Este relato ya figura en otro de mis Blogs)


En el año 1994 por razones de trabajo, me tocó hacer una pasantía de casi un mes, en una empresa en San Pablo, Brasil.

Me encantaba la idea, así que me preparé. Algunos compañeros de trabajo me sugerían que quedaba bien llevar  regalitos típicamente argentinos para obsequiar a la gente con la que me relacionara. Así es que compré algunas cajas de alfajores Habana y como a mi me gustaban de chocolate,  los compré solo  de chocolate. Compré varias láminas  con figuras de bailarines de tango, otras con caballos  criollos, algún mate  y algunos llaveros con gauchos.

Antes de ese viaje, ya había viajado muchas veces sola y nunca me había pasado nada. En el aeropuerto  me iba a estar  esperando alguien de la empresa. Pero nadie me había avisado que me venía a buscar  un mulato “Increíble”  (por lo raro). Era bastante más joven que yo, alto, espigado y tenía ojos celestes. ¿¿¿Mulato de ojos celestes????  Sí. Piel que sin ser negra,  era morena; esa mezcla rara que no es blanca ni negra: solo mulata. Era el ingeniero que iba a estar como encargado de  mi pasantía.
Después de recuperarme de la sorpresa, comenzamos a conversar,  él  en portugués y yo en español, pero logramos entendernos a la perfección. Resultó ser muy gentil,  muy profesional y muy correcto. Me llevaba y me traía en su coche  todos los días desde el  hotel a la empresa. Así que en el viaje,  tanto de ida como de vuelta,  escuchábamos música brasilera y comentábamos sobre las costumbres de nuestros países de origen. Me recomendó varias visitas que podía hacer en la ciudad sin correr grandes peligros.   San Pablo  en ese momento era una ciudad para cuidarse y mucho.

Solo enumero "algunas" de las cosas que me pasaron,  ya que daría para varios capítulos contarlas.

-          Un taxista me vio cara de “no soy de aquí”  y me  llevó por donde quiso. Me asusté bastante y cuando le dije que no me estaba llevando al lugar correcto, se ofendió y casi me deja plantada en medio de una autopista. No lo hizo, pero me dejó en un barrio del cual me costó volver.
-          Una tarde salí de compras al centro comercial. De pronto observé que por la misma calle que yo transitaba, venía una barra de niños, serían unos 20. Los llamaban “pirañitas” (En toda América Latina llaman con ese nombre a estas barritas). Me escondí como pude en un negocio. Los vendedores me dejaron pasar y seguidamente,  bajaron las persianas hasta que se fueron. Me comentaron que siempre lo hacían y no solo ellos, sino todos los negocios. ¡¡¡Que susto!!!
-          Aprendí a comer por Kg. ya que en los restaurantes en ese momento, se imponía la moda que aún hoy existe, de comer y abonar  por el  peso en Kg. del plato de  comida.
-          Me hice de muchísimos amigos que me pasaban recetas de comidas típicas de las regiones de  donde provenían, pues San Pablo es muy cosmopolita. Todos eran trabajadores de las empresas a las que yo iba.
-          Cuando uno de los últimos días repartí los regalos, se peleaban entre ellos por las láminas de caballos y las de bailarines de tango. Por supuesto no me alcanzaron los regalos y algunos hasta quedaron un poco enojados...
-          En cuanto a los alfajores, yo los tenía en el frigobar de la habitación del hotel. En la empresa, aire acondicionado,  solo  tenía el jefe máximo, los demás nada y  el calor era insoportable.  Me causó mucha gracia ver que se comían los alfajores que yo repartía,  con el chocolate totalmente derretido y chorreando, pero encantados.

En las recorridas que hice por San Pablo y Río de Janeiro observé  que lo del “mestizo con ojos celestes” que a mi me había impactado tanto, se repetía en otras rarezas. Había tanta mezcla de razas.... se veían negros con ojos rasgados como los chinos. Sobre todo en el barrio chino de San Pablo, donde  he visto  mujeres  morenas con ojos rasgados  (chinos/japoneses)  ¡¡Hermosísimas!! Personas muy rubias, pero con rasgos bien  indígenas...etc.

Fue una experiencia muy linda y enriquecedora. Yo había ido muchas veces a Brasil como  turista, pero no era lo mismo verlo desde otro aspecto, el de un trabajador más.
Gely

1 comentario:

  1. El viajar nos enriquece y nos da la cultura que el libro no puede lograr. Hermosa experiencia has contado. Única. Y grandes anécdotas! Te mando un beso muy grande! Tengo fb, porfa mandame un mail a laplumabastarda@gmail.com así nos pasamos los datos y podemos contactarnos por ese medio social.

    Besotes Gely!

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