domingo, 1 de febrero de 2015

Pichón.

Hola:
Paula y  Javier tienen algo para contar. (¡Gracias por la colaboración!)

Hace unos días hubo una tormenta bastante fuerte y apareció en nuestro jardín, un pichoncito de zorzal.
Con Javier pensamos que  cayó de un nido del  árbol de un jardín  vecino.


Era precioso, como una bolita redonda,  con pelusa, el pechito anaranjado y parecía despeinado. Los padres se veían desesperados y desorientados, piaban y volaban todo el tiempo alrededor del pichón, que a esta altura lo bautizamos con ese nombre: “Pichón”.
Javier y yo intentamos por todos los medios  acercarnos para levantarlo y colocarlo nuevamente en el nido. Pero los padres no nos dejaban. Volaban por encima de nuestras cabezas piando muy fuerte y de forma amenazante.


Decidimos no intentarlo más y dejamos de salir al jardín a fin de no asustarlos.
Resignados,  los dos pájaros adultos proveían  de alimento a Pichón constantemente. Traían gusanitos, moras, etc. Yo les quería sacar fotos, pero en cuanto intentaba salir, se armaba nuevamente la batahola.
Pichón se apropió del lugar, estableciendo su nido a lo largo y ancho de nuestro jardincito. Tomó confianza y empezó a  hurgar por todos los rincones. Mientras,  sus abnegados progenitores iban y venían con las provisiones.


 Un día,  fisgoneando por uno de los rincones del jardín,  Pichón quedó enganchado entre unas cañas de bambú. Se armó tal griterío, que Javier y yo salimos corriendo al jardín y encontramos a los padres de Pichón, revoloteando y piando alrededor de las cañas y al propio Pichón más muerto que vivo,  ya que a pesar del pataleo,  no lograba desprenderse de las cañas.

Decidí rescatarlo y mientras Javier con una escoba, alejaba a los padres que volaban en picada a mí alrededor intentando atacarme con increíble agresividad,  logré desengancharlo y colocarlo sobre el pasto. Rápidamente nos fuimos adentro.

Lo insólito de esta historia es que un rato más tarde Javier y yo salimos tímidamente al jardín, cuidándonos de los padres de Pichón y,  por primera vez en estos diez días, no nos atacaron… Empezamos a movernos más libremente y nada. Parecía como que   aceptaban y entendían que no éramos enemigos. A partir de ese momento hasta pude sacarle fotos a Pichón.

Al poco tiempo,  Pichón   empezó con unos  saltitos, luego vuelos cortos y un día se fue.
  

Me gusta creer que entre los tantos zorzales que vienen a  nuestro jardín, a veces aparece Pichón para hacernos una visita.

 Paula y Javier

4 comentarios:

  1. Paula, Javier, no sé si el pichón vuelve a visitarlos, pero seguro que muy dentro de el, y probablemente el ni se de cuenta, les está agradecido. Aparte, tengamos fe en el efecto mariposa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ja..Ja. No creo que muchos lectores tengan idea de que es el Efecto Mariposa. Incluida yo que tuve que recurrir a Wikipedia:
      El efecto mariposa es un concepto de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, a la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en ciertas formas completamente diferentes, sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo de tiempo. ¿Clarito No? ¿Te quedó alguna duda?

      Eliminar
    2. Gracias Gely, yo tampoco sabía que era, pero dije si lo pongo, alguien lo va a aclarar. O sea que el efecto es trasladable al mosquito. Bueno, yo lo siento mucho pero los voy a seguir matando directa a o indirectamente con Fuyi.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar