domingo, 4 de enero de 2015

ARGELIA, Desierto del Sahara.

Amigos!! 
LLegó la primera colaboración a "Relatos imprevistos y algo más". Se trata de un queridísimo amigo, Horacio Navarro. Fuimos compañeros de estudios. Es ingeniero especializado en Petróleo y trabajó en los lugares más insólitos, así que tiene cantidad de anécdotas para contarnos. 
Muchas Gracias Horacio!!!


Corría el año 1973 y yo me encontraba  en Argelia en al Oasis Hassi Messaud, en medio del desierto del Sahara, tratando de correr más que el año para evitar tener el mismo destino que Lawrence de Arabia, debido a la ya conocida tendencia de estos muchachos Tuareg, que viven yirando por el desierto sin más compañía que la del dromedario o camello de una joroba.
Como acotación aparte, confieso que nunca pude averiguar si el origen del Camello fue un Dromedario montado aún fresco por un jeque muy obeso, o una variedad natural del Camelusdromedarius.
Continuando con la historia, cabe aclarar primero, que me encontraba en Argelia trabajando para una compañía petrolera. En ese momento, una pareja amiga y vecina del barrio, se encontraba en Alemania y ya casi por finalizar con una beca que la Comisión de Energía Atómica, le había otorgado a Freddy. Como ellos sabían que yo trabajaba con un régimen de 42 días por 21 de descanso en algún lugar de Europa a elección, me propusieron el encontrarme con ellos en Alemania antes de que partieran de vuelta a Argentina. Coincidía que mi franco iba a ser unos días antes de la fecha de partida de ellos, así que no dudé en aceptar sin preocuparme por el idioma ya que gracias a mi dominio del alemán, no iba a presentar un obstáculo el desplazarme por ese país. Quiero dejar como consejo dictado por la experiencia, que si viajan a Alemania y su dominio del idioma es el saber decir “Oktoberfest, Claudia Schiffer, Achtung, Kaputt y Escarabajo”, como yo, no les va a servir absolutamente de nada, como a mí, a menos que un argentino los espere en el aeropuerto, como a mí, sin contar el duro golpe que significa el darse cuenta que no se lo dominaba y que encima la palabra escarabajo no pertenece a ese idioma.
Luego de pasar unos muy agradables días compartiendo juntos varias experiencias para ser contadas en otra oportunidad, llegó el momento de la despedida. Como ellos lo iban a poder reponer sin inconvenientes en Argentina, me ofrecieron si quería quedarme con el mate, la bombilla y un paquete de yerba que les había sobrado. Por supuesto que acepté inmediatamente y, luego de  pasar el resto de mi franco en España en la cual también tenía que renovar mi visa de entrada como trabajador petrolero, emprendí mi regreso a Argelia.
La tendencia política de Argelia en ese momento, era una mezcla de comunismo con socialismo y Coca Cola, en la cual al hacer migraciones, había que declarar con extremo detalle, hasta cuantas monedas y billetes de cada valor se ingresaban al país los cuales había que mostrar al salir justificando, con un papel, igualmente detallado, otorgado por alguna institución de cambio OFICIAL, si había diferencia en las cantidades y valores.
Al haber ya ingresado un par de veces anteriormente, no tuve inconvenientes con todos estos prolegómenos y todo fue muy bien hasta que el inspector de aduana “exigió” revisar mi valija. Los inspectores de aduana eran militares y con cara de muy pocos amigos o más bien de coleccionistas de enemigos. El que me tocó en suerte, comenzó a rebuscar en mi equipaje sin cambiar su expresión, hasta que encontró el paquete donde estaba la yerba, el mate y la bombilla. La visión del interior del paquete de yerba, sí hizo que cambiara la expresión de su rostro por una que me hizo verme ya, en una diminuta, oscura y húmeda celda de la Cabilia, rodeado de ratas.
Entre el ensordecedor ruido que producían  mis rodillas al temblar, logré escuchar y “entender” que me preguntaba, en francés, que era eso. Mi conocimiento del francés era mejor que el del alemán, sabia decir “Citroen 3CV, Renault, Brigitte Bardot, Oui, A la pipetuá, Maurice Chevalier y Alain Delon”, pero igualmente no me alcanzaba para tratar de explicar que eran esas cosas que traía, en francés y menos en árabe.

En medio de mi desesperación y como yo tardaba en responderle, el inspector tomó mi pasaporte, lo abrió en la página de la visa y, cambiando su expresión por una que me pareció, si no recuerdo mal, la de mi mamá cuando yo nací, me dijo “Ah, trabaja en el petróleo, puede pasar”.  Hasta el día de hoy no se para que pensó que eran esos elementos, lo más que me aproximo a imaginar, es a que creyó que el petróleo lo sacábamos chupándolo del pozo con la bombilla. Es una de las tantas cosas que jamás vamos a saber la respuesta y en realidad, importa cuál es?

3 comentarios:

  1. Horacio, me encantó tu relato y me he reído mucho!
    Te olvidaste de una palabra en alemán que seguro la sabías también: subansestrujensenbajensen (Colectivo o Bus).
    Bienvenido al Blog y espero otros relatos de tus increíbles viajes.Un abrazo!

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  2. Muy gracioso el relato!!!! Supongo que la yerba habrán pensado que era marihuana!!! Y el mate una especie de pipa para drogarse en conjunto!!!!

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  3. simplemente muy bueno...segui relatando...

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